Inicias el día, levantarte de la cama suele ser un martirio, esos 5 minutos más que toda madre habla se hace realidad. Preparas el desayuno, inmediatamente te duchas, te cambias y tienes que hacer lo mismo con dos niños, los míos aún están pequeños y la mayoría de veces dependen de mamá.
A veces siento que me convierto en un megáfono, aunque no lo crean Pepe el Grillo me queda chiquito, una repetidora en su máximo esplendor, “Cámbiate”, “Lávate los dientes”, “Toma tu leche”, “termina tu desayuno” , no sé porque lo repito si igual no me hace caso, no tienen problemas de audición, sino que a diferencia de nosotros, su forma de llevar la vida es diferente, se entretienen hasta con la hormiguita que encontraron caminando o con la mosca qué pasó volando, al final tú terminas cansada de repetir una y otra vez las cosa. Me he determinado a seguir estos pasos cuando no me escuchan:
- Salir del contexto, sí me resulta, cuando sienten la separación física, obtengo su atención. (Ojo, en lugar públicos no)
- Me pongo a su nivel, muchos psicólogos te explican que para mantener la atención de tu pequeño, hay que estar a la altura de sus ojos, es un buen método para hablarles.
- Cómo Shakira me vuelvo ciega, sorda y muda, cuál estatua hasta que me cagan caso. Clásico.
- Cuando te escuchen, felicítalos, así le das importancia a sus bueno actos.
Los niños son una cajita de sorpresas, muchas veces hay que ceder, otras hay que ponerse un poquito más fuerte, sobretodo tener mucha paciencia. Poco a poco ellos aprenderán de nosotros y nosotros iremos aprendiendo de ellos, nadie nace con un Manual para ser buen padre.
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